martes, octubre 17, 2006

¡Me dejas de piedra!


Escribir la historia en piedra tiene sus pros y sus contras. Por un lado está claro que cada letra esculpida tiene muchas posibilidades de pasar a la posteridad. De otro, ser caligrafista equivalía a ser cantero, y es una profesión que ayer y hoy no resulta ser de las mejor remuneradas. Posiblemente más de uno acababa esculpiendo signos que ni siquiera conocía, como es el caso de los decoradores de las obras maestras del arte egipcio. Los escribas, sacerdotes, etc… decidían lo que rezarían las paredes de este templo o de aquella mastaba. Pero los que las realizaban en cada pared de estos espacios sagrados poco o nada sabían de su sagrada labor, de lo que sus manos expertas de dibujante avezado estaban convirtiendo en hito para las generaciones venideras.

Post Scriptum: Díjole la estatua ecuestre a su caballo:

- ¡Quieto! Que vas a ponerme tonto.

- Es que son muchos años juntos y el roce hace el cariño.

- ¡Calla, calla! Que uno no es de piedra… ¿o sí?


Anexo: En la imagen preciosa reliquia epigráfica de época romana, una placa de piedra con la leyenda “L(ucius) Petronius L(uci) F(ilius) / Celer”. Se encuentra en Murcia y… ¡minipunto y punto para quién sepa dónde!