miércoles, enero 24, 2007

Fragmento no inspirado

"Mataba el tiempo, y aun al tiempo me resultaba duro matar. Cada célula de mi cuerpo, patética, senil, estúpida parecía abominar de la muerte cuando la deseaba cada día. Suicidio es el nombre que los que no comprenden pretenden darle a mi fin, cuchilla en mano, pistola cargada, soga tensa en tanto mi rostro amoratado exhala su ultimo aliento. Morir joven y dejar un bonito cadáver, como decía James Dean. Entregar mi alma a un dios. ¿Cuál? No se, demasiado indeciso jamás me decidí a creer o no, tampoco a escoger un dios. El self-service de las religiones: si encuentra una mejor le devolvemos su alma. No es derrota lo que siento, tampoco una enfermedad cuyo sufrimiento no soporte... Tan solo el tedio de vivir, el aburrimiento de despertar cada día y saber que será igual que el anterior. Que las mismas caras me dedicaran idénticos gestos o distintos, pero ninguno agradable hasta el punto de ilusionar a mi corazón cansado. Estoy agotado, pero esa no es razón. Morir por cansancio habiendo balnearios es una estupidez, decía una tía abuela que conocí en mi niñez. Siempre olía a sudor, seguramente tendría algo contra el agua. Quizá solo se dejaba bañar en los balnearios."

sábado, enero 20, 2007

Un enigma explosivo...


No me siento inspirado para escribir nada que merezca la pena leer, así que plantearé un acertijo y me iré tranquilamente a dormir... espero seguir teniendo lectores, en fin:

Einstein, Oppenheimer y Teller...

Si alguien me encuentra al menos tres circunstancias que los relacionen... le invito a un pastelillo.
¡Sed buenos!

miércoles, enero 03, 2007

¡¡Mamá, miedo!!


El terror ha sido desde siempre uno de los géneros más maltratados de la historia del cine. Puede que al principio, cuando el cine era mudo y los actores tenían cara, la gente respetara algo más esa forma de hacer películas que implica garantizar al espectador que al regreso a su casa mirará no menos de diez veces a sus espaldas con mirada desencajada. En fin, que maestros como Lon Chaney (“El Fantasma de la Opera”) o F. W. Mourneau (“Nosferatu”) y auténticos maestros del arte del cine de terror han creado un pasado mítico difícilmente superable.

Mucho mas tarde llegó un periodo de cierta mojigatería, los estudios Universal comenzaron a hacer auténticos estragos en el genero mágico de la fantasía – ciencia ficción – terror (que muchos no dejan de unir en un todo, porque por lo visto es mas fácil controlar a los frikis si los pones a todos juntitos en el mismo puñado). Y así nos encontramos con una mezcla de melancolía, carcajada fácil e ilusión nostálgica, con clásicos como “Drácula” de Tod Browning, con aquel Bela Lugosi empalagoso y hasta arriba de todo, impecable peinado y mirada perdida en un futuro que nunca le fue venturoso. Tiempos en los que un vampiro nunca fue mostrado mordiendo a su victima porque… ya se sabe: mordisco = penetración, y esas mentes privilegiadas de Hollywood eran como hermanitas de la caridad, al menos de cara a la taquilla.

Dando un salto como de mil metros llegamos a una época dorada para el cine de terror, y poco a poco, para el cine de miedo de serie B: “Hammer”. Esta palabra, de ritmo y sintonía mágicas para los aficionados al terror cinematográfico, es el santo y seña de uno de los estudios mas prolíficos en cine de vampiros y de terror en general: ¡¡cuantísimo jarabe de maíz (sangre, hombre, sangre) puesto al servicio del sano entretenimiento!! Y así nos encontramos con ese clásico, “Drácula”, de Terence Fisher, en el que por primera vez el magistral Christopher Lee viste la capa del aristócrata colmilludo (ay, esos tiernos adolescentes, hijos de la animación por ordenador, que solo han conocido al abuelo Lee empuñando sables láser o al frente de tropas y mas tropas de orcos, lo que se han perdido). El conde al fin muerde a todo quisqui, sin importar hombre o mujer, porque el conde es pura perversión y se hace a todo y a todos, sin discriminación alguna. La “Hammer”, que entre sus numerosas obras vino a demostrar que tiran mas dos tetas que dos carretas.

En fin, para no alargar más este homenaje… nuestros tiempos han cambiado. El cine de terror se ha vuelto predecible y poco humorístico, porque se toma a si mismo demasiado en serio. Películas como “Scream”, “Se lo que hicisteis el ultimo verano” podrían haber sido autenticas glorias del cine B, pero se han quedado en interminables series de secuelas a cada cual mas esperpéntica. Han llegado al punto incluso de defenestrar de su glorioso pedestal a auténticos maniacos con carne de psicópata como Mike Meyers, Jason o Freddy… En fin, que el género últimamente se ha convertido en una mezcolanza de sangre, hormonas y música machacona. De hecho en un maratón de no se que canal pusieron tres pretendidos clásicos del terror del cine reciente. Cambie de canal al contemplar que todo el metraje se dedica a ver desfilar mucho bombón relleno de silicona y metrosexual presuntuoso. Mi único consuelo con esta nueva ola es… ¡que siempre mueren los guapos!


Sin embargo hijos míos, hay luz al final del túnel, y no sabéis cuan cerca. Pero eso será otro día… ¡No olvidéis mirar debajo de la cama antes de acostaros!