jueves, junio 28, 2007

Sierra Espuña III: Alguien voló sobre la piscina vacía

Entre las infinitas formas de divertirme, inocentemente, estaba la de lanzar pequeños globos sonda, por así decirlo. No se trataba de mentiras, no sé mentir, pero sí de pequeñas farsas, que montaba con especial deleite y talento, capaces de hacer creer a cualquiera la más inverosímil de las posibilidades. Sin embargo, en esta ocasión no se traba de este tipo de estratagema, ni siquiera de una mentirijilla… Fue una simple chorrada, que dio lugar al descubrimiento de uno de los más extraños seres de la fauna campamentística (Alejandro 1 – Castellano 0). Junto a las pistas deportivas del famoso campamento de Sierra Espuña, se encontraba una piscina de medidas olímpicas. La separaba de las pistas el pabellón de duchas. Y junto a la piscina estaban las fuentes de agua, para beber o refrescarte. En esas estaba yo, con mis tres secuaces, y volvía con toda la cabeza chorreando a las pistas. Yo aun conservaba la voz, no hacía demasiado frío… Lo único que dije fue: “aaayyy que rica esta el agua de la piscina”. Y sobrevino la tragedia…

De repente, sin avisar, una voz: un alarido, de euforia casi orgásmica, descontrolada y salvaje. Un chaval, no recuerdo su nombre (¿debería recordar a todos los que dejé marcados de niño?), se lanzó como una exhalación hacia la piscina gritando: “¡¡¡Piscina!!! ¡¡¡Booooooooooomba!!!” Quizá he pasado por alto un pequeño… minúsculo detalle, en principio sin importancia, pero fundamental para el futuro de aquel pequeño émulo de King Africa: la piscina estaba vacía. No dio tiempo a detenerlo, tan solo escuchamos un golpe sordo, y un lamento profundo… Bueno, al menos estaba vivo, que alivio. Los monitores se lanzaron a la piscina, en busca del buen muchacho de cuyo nombre no quiero acordarme… Lo sacaron de aquel pozo sin fondo, de exactamente 2 m de profundidad. Y tan solo con un chichón, consciente, y con cara de: “¿Cómo se ha vaciado la piscina tan rápidamente?”

Cualquier podría pensar que todo termina aquí, que esta historia ya ha dado de sí todo lo que podía, pero nada mas lejos. Al día siguiente, repito la operación, refrescándome en la fuente y diciendo: “Ayyyy, que rica el agua de la piscinita”. Y de repente… el Expediente X: misma voz chillona, misma frecuencia sonora… Técnicamente imposible, psicológicamente improbable… Esas palabras: “¡¡Piscina!! ¡¡Bomba!!” Por todos los dioses del Olimpo: si hasta un mono, después de una descarga, sabe que no tiene que coger el plátano de la izquierda. Me imagino a Pavlov, revolviéndose en su tumba. En efecto… el mismo chaval, la misma situación… Aunque algo diferente. La piscina esta vez estaba llena pero… Imaginad en la sierra… una piscina que acaba de llenarse, esa temperatura que no diremos fría, sino más bien gélida. Y para colmo de males hasta arriba de cloro, vamos, para eliminar bacterias del tamaño de elefantes. Imaginaos, ese chiquillo, saliendo del agua, rodeado de gente… tiritando, helado, y con el pelo tan rubio como una adolescente recién decolorada, antes de que la recoja el Ruben. Lo peor no fue esa mirada acusadora que me dedicaron casi todos. Lo peor, no fue el comentario de la jefa: “Si es que no sé como lo hace, pero siempre le hacéis caso”. Lo más surrealista de todo, fue el monitor que mejor me caía, cogiéndome por el hombro y diciéndome:

- Macho… mira, a partir de ahora si quieres estás exento de las actividades, pero por favor… ¡¡déjanos volver al menos con la mitad sanos, solo la mitad!!

jueves, junio 07, 2007

Intermedio musical

Hace bien poco pudimos ver al Doctor House (Hugh Laurie) interpretar con un piano las primeras notas de “I don’t like Mondays”. Se trata de una canción que anima muchísimo por su melodía, aunque cuente una historia trágica. Una adolescente de California, un lunes, llegó a un parque y se puso a disparar indiscriminadamente. Cuando fue detenida, durante el interrogatorio, le preguntaron la causa de aquella masacre. La respuesta… en fin, la teneis en el estribillo de esta maravilla.

Pronto: La tercera parte de Sierra Espuña, el gran reto por la supervivencia, en un capítulo fascinante: “Alguien voló sobre la piscina vacía”.