jueves, marzo 22, 2007

Dejá vu anímico


Esta mañana he tenido uno de esos dejà vu, que a mi me provocan dolor de cabeza y a Tony Scott le hacen millonario. Esto se resume, quizá, en que el mundo está mal repartido, la vida es un asco, pero no tengo el día para deprimencias (y que nadie me venga con que esa palabra no existe, que tengo la cubertería de plata a mano y puedo ser muy peligroso con una pala de pescado). El desencadenante ha sido algo totalmente surrealista, a las puertas del Palacio de Justicia de Tranvía – City (antes Murcia). Un grupo de simpáticos manifestantes, todos mayores de edad (e incluso mayores de la mayoría de edad) estaban protestando con pancartas en alto y entregando folletos. Yo he pasado, como siempre, escopetado cual deudor acosado por sus acreedores (que viene a ser la mejor opción para entrar en unos juzgados, acabas sintiéndote como en casa) y no me he fijado bien. Aun así, al salir un momento y volver a entrar he podido escuchar claramente lo que decía el buen hombre que vociferaba con su megáfono japonés, marca chachiguachi. Espero que no pierda toda la carga dramática, que esta mañana me ha hecho volver a entrar en los juzgados con el rostro desencajado:

“Gente de Murcia… Porque esto que nos ha pasao es una injusticia, que nos han engañao como chinos ahí malamente, que nos dijeron que de comprar esos pisos, que de lo buenos que eran. Y claro, nosotros que de pedimos un préstamo ahí… ahí… al banco… y na, que nos lo dan y claro nosotros después de pagar pos nos han hecho esta… guarrada. Y nosotros pos mírennos, estamos anímicos”.

Claro, todo lo demás lo veía razonable: ciudadanos de a pie, no eran políticos, así que lo de leer manifiestos pues no lo llevan muy bien. Pero hasta ahí yo lo he oído todo, conmiserándome de ellos en la medida de lo posible (ya sabéis, esa solidaridad de: “Uf, en serio, siento lo que te ha pasado, tío. Pídeme lo que quieras menos casa, trabajo, comida o dinero”). Y en esto que escucho eso de anímico y yo que me pongo a pensar: “Vaya, debe referirse a que se sienten animados a seguir su lucha, y tal Pascual me es igual”. Pero de repente continúa la proclama: “Estamos anímicos perdíos, con un hambre ya, que no tenemos ni un euro para llevarnos a la boca”. Dos apuntes:

Primero: no, no, no. Eso de andar masticando euros, además de malísimo para el esmalte dental debe ser hasta tóxico. Donde este un billete de quinientos, que se quiten los sucedáneos.

Segundo: esto del hambre, de repente, el caballero lo ha soltado con una especie de risita. No, no es esa risita irónica, atacando donde duele a las altas esferas (tratándose de esos juzgados, cinco pisos y un ascensor de mierda). Es que era como burlona, como sabiendo que, después de quejarse, volverá a casa del hijo, devorando con avidez las lentejas que ha cocinado su nuera. Y de repente el dejá vu, la regresión… Mi infancia, aquellos años felices, en que las inyecciones me las ponía una señora mayor (por todos los dioses, mamá, soy joven: ¡¡en aquella época ya había ATS’s!!). Justo antes de arponear mi tierno pandero, con esa misma risilla sardónica, me decía: “Tranquiiiiilo, si no te va a doler nada”.

2 comentarios:

SIE dijo...

Esa frase es digna de pintada, sí sí, "estamos animikos perdios" ya sabes, emulando a otras grandes pintadas de esta, nuestra ciudad como:
"urbanizame los webos"
O esa otra que durante años adornaba nuestra querida facultad:
"contra el kaos kapitalista el orden anarkista"

Y sí, me he esperado hasta que publicases otro post para contestar éste... qué pasa? algún problema? Otros lo hacen mucho... y no miro a nadie...

Ozkaritz dijo...

No sé cómo no te ha dado por aprovechar ese pie tan sugerente (anímico) para comenzar una cántico manifestranvítico con alguna frase molona de esas que calan y que riman con el político de turno (o si no: "concejal el que no vote", y cosas de ésas).